No es la primera vez que escribo un artículo sobre la emoción en el deporte. Pero esta vez los protagonistas sois vosotros, los lectores de El sexto set, que tan generosamente me habéis hecho llegar vuestras reflexiones.
Hay que ver. Se abre una página en Facebook para ayudar a difundir el contenido de un blog y al final es en ese Facebook donde se genera contenido susceptible de ser publicado en el blog... En fin, el caso es que el otro día lancé la siguiente pregunta:
"Una persona cercana a mí me preguntó un día por qué nos emocionaba tanto el deporte. "¿A ti qué más te da?", fueron sus palabras. "¿En qué va a cambiar tu vida si ganan o pierden?" No le faltaba razón. ¿Para qué sirve? ¿Qué motivos nos hacen sobreponernos a la irrelevancia del deporte? ¿Por qué merece la pena todo esto? ¿Cuáles son TUS motivos? ¡Acepto (y ruego) respuestas!"
Y vaya si recibí respuestas. Tan variadas, que me gustaría compartirlas aquí para que no se queden perdidas en el muro de Facebook. Espero que os gusten tanto como me gustaron a mí, y espero también seguir recibiendo vuestras reflexiones para ampliar este post tantas veces como sea necesario.
Benjamín Vicedo, ex-jugador internacional español: "No es que cambie mi vida el resultado de un partido o de una carrera: desde que naces tienes que tomar partido, elegir. En el deporte es lo mismo. Sigues a un equipo, eres fan de un corredor... porque te identificas con él. Su manera de ver las cosas, de entrenar... o lo que representa (esfuerzo, sacrificio...), sirve para reforzarte en tu elección, en que has elegido bien, aunque sea en el momento de la victoria. Todo el mundo sabe, y si no se lo digo yo, que toda gloria, en deporte, es efímera. Celebra hoy que mañana ya eres perdedor ;)
Eduardo Martín, periodista deportivo de la RFEVB: "Te respondo por fin, aunque es bastante difícil resumir en una sola visión global: el deporte es una versión en reducido de la vida, con sus cosas buenas y sus cosas malas, y como en la vida lo importante es disfrutar de lo que haces. La irrelevancia del deporte es centrarse en el resultado, en el objetivo puro y duro que se tiene, especialmente en alta competición. El proceso, el durante, el camino que se recorre, la superación de retos, el aprendizaje, la capacidad para encajar golpes y derrotas, todo junto crea una especie de magia que te lleva a querer saber dónde está tu límite, tu lugar en un mundo en el que no siempre el más alto ni el más fuerte es el que vence. El deporte te enseña a superarte, a crecer, a conseguir una inteligencia que te ayuda a vender todas las dificultades. El deporte une sentimientos, la mejor prueba la tenemos en el pasado Mundial de Fútbol que ganó, perdón que ganamos :) o la grandiosa peli de Invictus. El deporte genera estados de ánimo, te invita a sentirte parte de algo, transmite valores, y lo mejor de todo es que en el fondo no deja de ser un juego.
César Hernández, entrenador del equipo de SF2 "Voley Playa Madrid" y scout de la Selección Española Femenina: "Motivos: infinidad de experiencias motivantes, superación de retos personales, relacionarme con miles de personas de los sitios más dispares posibles, conocer lugares increíbles, vivir la experiencia de la alta competición, perseverar y luchar por la consecución de un objetivo, liderar grupos de personas que reman en una misma dirección, lograr retos, alcanzar metas, llorar por el esfuerzo realizado hayamos o no alcanzado el éxito, saberme fuerte pero a la vez pequeño, no dejar nunca de aprender nuevas cosas... Y, finalmente, ¡disfrutar de cada minuto que paso entrenando y compitiendo!
Marcos Prieto, periodista: "No sé... Supongo que si no me hubiera dado por el baloncesto desde pequeño ahora sería una persona completamente diferente, sin los pocos valores que me quedan y con la testosterona por las nubes. Como un político, vamos. Otra opción es que ni siquiera fuera una persona y me hubiera quedado por el camino."
Miguel Ángel de Amo, jugador del Limassol (Chipre): "¡Merece la pena porque cada semana es un reto! Cada partido es una pequeña batalla para poder ganar la guerra. Es un reto de superación personal al cual dedicas tu tiempo durante toda la semana sacrificando muchas otras cosas que tendrías si no fueras deportista y no te gustaran los retos. Una persona no puede ser deportista si no quiere superarse cada día, pues iría a los entrenamientos a perder el tiempo y no a ser buen jugador. Tras todo eso se ve que son muchos esfuerzos y sacrificios para poder ganar un partido y es normal que afloren emociones que no puede sentir ninguna otra persona que no lo sea.
Felipe Pascual, presidente del club Voley Playa Madrid: "Claro que merece la pena. El deporte nos cambió la vida a todos, y ya sea como entrenador, directivo o jugador, de un modo u otro estás compartiendo y afectando la vida de los demás. Nunca hay una sola razón que lo explique todo, pero la satisfacción del día a día, de sentirte participe de las pequeñas cosas, de cambiar la realidad... es el gran botín."
"Ra Hermel", amante del voleibol: Seguro que cualquier estudioso de sociología podría explicarnos científicamente lo que preguntas, pero no se alejaría mucho de lo que han dicho por aquí arriba. Como espectadores, el deporte es un fenómeno que nos hace sentirnos parte de algo mucho más grande que el propio ego. Nos hace superar el egocentrismo y nos facilita estar unidos por una misma causa. También la ayuda que piden los deportistas a los aficionados, la importancia que nos dan, nos hace partícipes de sus logros y, sí, sentimos sus derrotas, pero al no afectarnos realmente a la vida diaria, es como que el deporte sólo nos aporta cosas buenas.
En cuanto al deportista, es algo parecido pero vivido desde dentro. Cuando te preparas en el entrenamiento tu sana obsesión es mejorarte a ti mismo, superar tus límites, ser siempre mejor. Pero cuando te pones a competir, trasciendes a tu ego y pones en común muchísimos intereses diversos; los de todos aquellos que te han ayudado a ser mejor cada día. Esto se acrecenta en los deportes colectivos. Como siempre les he dicho a mis compañeras, me gusta el voley porque me puedo apoyar en vosotras cuando algo no me sale y os alegráis del mismo modo que yo cuando todo sale bien."
"Ra Hermel", amante del voleibol: Seguro que cualquier estudioso de sociología podría explicarnos científicamente lo que preguntas, pero no se alejaría mucho de lo que han dicho por aquí arriba. Como espectadores, el deporte es un fenómeno que nos hace sentirnos parte de algo mucho más grande que el propio ego. Nos hace superar el egocentrismo y nos facilita estar unidos por una misma causa. También la ayuda que piden los deportistas a los aficionados, la importancia que nos dan, nos hace partícipes de sus logros y, sí, sentimos sus derrotas, pero al no afectarnos realmente a la vida diaria, es como que el deporte sólo nos aporta cosas buenas.
En cuanto al deportista, es algo parecido pero vivido desde dentro. Cuando te preparas en el entrenamiento tu sana obsesión es mejorarte a ti mismo, superar tus límites, ser siempre mejor. Pero cuando te pones a competir, trasciendes a tu ego y pones en común muchísimos intereses diversos; los de todos aquellos que te han ayudado a ser mejor cada día. Esto se acrecenta en los deportes colectivos. Como siempre les he dicho a mis compañeras, me gusta el voley porque me puedo apoyar en vosotras cuando algo no me sale y os alegráis del mismo modo que yo cuando todo sale bien."
Y yo, ¿qué puedo decir? Como ya escribí en su día: "¿Por qué un juego puede llegar a hacernos sentir esas emociones? Quizá sea porque en él podemos reconocer sentimientos de la vida cotidiana, como el triunfo que hace que todo lo anterior merezca la pena, la rabia por el error que podríamos haber evitado o la tensión previa a tomar una decisión que puede significarlo todo.
Sea cual sea la causa, el deporte, ese gigante con mil caras que a menudo utiliza una terminología bélica y agresiva, resulta sin embargo ser un punto de encuentro entre culturas y caracteres, convirtiéndose casi en el único ámbito en el que los colores de una bandera trascienden las connotaciones políticas y logrando crear una historia alternativa que convierte en cómplices a los que la han compartido."
Mi vida no sería igual sin todo esto, sin los miércoles que no me apetece ir a entrenar, los fines de semana "perdidos", los viajes y, sobre todo, todas las lágrimas y las sonrisas que he visto, radicalmente diferentes a las provocadas por cualquier otro motivo.
¡Gracias a todos!
Hola Isabel, acabo de descubrir tu blog.... bendita tu y tu blog!!... gracias por el currazo que le dedicas. No nos dejes... un saludo desde Mallorca.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Rovir! Saludos
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