16 de julio de 2011

Magia

Estaba esperando a que se me pasara un poco la emoción de la victoria en la semifinal para escribir este post con un poco más de coherencia. Pero, dadas las horas que son, me parece que el estado de excitación y nervios va a durar hasta el partido de mañana, por lo que no me lo tengáis en cuenta si el texto de hoy no tiene mucho sentido. Para eso es un blog, que por definición es una bitácora subjetiva...



Lo han hecho otra vez. No me refiero a ganar, sino a creerse que podían ganar cuando parecía que el final estaba cerca. Para mí, lo que han hecho en los pocos segundos entre el tercer set y el cuarto es magia. España ha jugado un tercer set para el olvido. Han quedado 25-19, pero ha parecido una diferencia aún mayor porque en ningún momento han tenido nada en su mano. Si tras el cambio de campo ambos equipos hubieran seguido con el mismo juego con el que terminaron el tercero, todo estaría claro. Pero vimos justo lo que hacía falta: un equipo sereno que peleó cada bola como si acabara de comenzar el partido. Que se sabía ganador y se dedicó tranquilamente a buscar los medios necesarios para llegar a ese fin que ya conocía.

Sólo había una solución, y la encontraron.

Todo aquel que haya jugado, entrenado o arbitrado muchos partidos de voleibol, en cualquier categoría, recordará muchas ocasiones en las que un equipo gana durante casi todo el partido y después no tiene la determinación suficiente para rematar la faena y acaba perdiendo. Es muy típico. Sin embargo, que el otro equipo sea claramente superior en el marcador y en la pista y lograr dar la vuelta a esa situación es mucho menos frecuente. Sobre todo si no se hace progresivamente sino de golpe, radicalmente, cuando hace falta. Eso sólo lo hacen los muy buenos. Los grandes. Los magos.

El domingo pasado, cuando en Rotterdam nos clasificamos para la Final Four, un miembro del equipo técnico me recordó unas palabras de Mourinho: "el Madrid siempre tiene que estar en cuartos". Era su justificación para no estar saltando de alegría: la selección española de voleibol merece estar siempre en la Final Four. En ese argumento me escudé yo también cuando recibí una riña esta mañana por no haber escrito nada en El sexto set referente a la clasificación para la final (bueno, en eso, y en que había agotado mis ideas en la crónica oficial...)
Puede ser, desde luego, que el gran equipo que tenemos merezca estar en la Final Four. Pero eso no lo hace menos meritorio. Y, en cualquier caso, esa Final Four se ha convertido ahora en una "Final Two". ¿Podemos ahora emocionarnos sin límites? Se trata de la selección de un país donde el voleibol no es ni mucho menos popular, una de las selecciones con la media de altura más baja y dirigida por un nuevo entrenador desde hace un par de meses; una selección que podría estar aún amoldándose a los cambios pero, sin embargo, eligió no perder ni un segundo y regalarnos resultados ya.

España disputará mañana la gran final en el Steel Arena de Kosice contra el equipo local, Eslovaquia. No será una cancha fácil, pero los de Fernando Muñoz recuerdan una situación parecida del último fin de semana en Rotterdam, donde arrebataron a los locales el paso a la final.

Y no dejamos de pensar en Guadalajara, en esa Liga Europea de 2010 que se fue a manos portuguesas en nuestra casa. ¿Será ahora nuestro momento?

Alea iacta est y, si me permitís, el trabajo también está echado ya que, como bien anotaba el primer entrenador, no debemos atribuir a la suerte las consecuencias que se desprenden más bien de un durísimo trabajo.

¡A por la Liga Europea!
Último punto de la primera semifinal de la Liga Europea 211
y celebración de la victoria de España

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